Invierno bajo el agua


Invierno, la estación en la que el color que predomina es el blanco, época donde niños y jóvenes salen a divertirse, periodo del año en el que llegan las tan esperadas fechas decembrinas como: Navidad, año nuevo, acción de gracias, etc. Y tal vez la estación que más produce temor en mí desde hace unos cuantos años…

Antes de empezar a contarles mi historia me gustaría iniciar presentándome ¡Que tal! Me llamo Michael, soy un adolescente de 17 años, mido 1.75 cms, tengo ojos azules, soy amante del Hockey y actualmente soy estudiante de la Universidad de Toronto en Canadá. Vivo en una casa pequeña, en el barrio Yorkville, con mi madre Andrea, una mujer de estatura media, de cabello rubio, ojos verdes, trabajadora y muy amorosa.

Todo comenzó cuando era muy pequeño, tenía 5 años, mi pasión por el deporte sobre hielo estaba en furor y mi madre siempre estuvo incentivando mucho ese espíritu deportivo que tenía; por ello me inscribió en el equipo de mi ciudad, donde pude desarrollar mis habilidades competitivas aún más; pero con unos cuantos entrenamientos por semana no bastaba para mí.  Cuando llegó el invierno, me surgió la idea de ir a practicar a un río, que por aquellas épocas se encontraba congelado; todo ello en compañía de mi mejor amigo Matthew, un joven extranjero que llevaba bastantes años viviendo en Canadá y que conocí en cuanto ingresé al equipo.

Todo marchaba bien, Matthew y yo estábamos practicando con unos arcos de Hockey que encontré en mi casa, cuando de repente el hielo comenzó a desquebrajarse y después caí en lo más profundo del río, con un frio indescriptiblemente inmovilizador; lo único que a duras penas logré escuchar antes de quedar inconsciente, eran los gritos de Matthew suplicando por ayuda.

Según relata mi madre, apenas se enteró de la situación; debido a que mi mejor amigo reaccionó rápido y se comunicó con ella, de inmediato llamó con preocupación a una ambulancia para que me sacara de allí y después me trasladaran al hospital más cercano, donde posteriormente un doctor me revisó y no dio resultados alentadores. Resulta que me encontraba entre la vida y la muerte, y que mi salvación dependía únicamente de mí.

Este reporte no le sentó muy bien a mi madre, que rompió en llanto. Y en ese estado de melancolía me acompañó día y noche en el trascurso de un mes, hasta que logré despertar por fin, un poco desubicado, con un caluroso abrazo de felicidad de mi madre y con la cara de alivio de mi mejor amigo.

Mi proceso de recuperación fue arduo, pero logré volver a realizar mis actividades con normalidad, inclusive volví a jugar Hockey, esta vez sin excederme en los tiempos de entrenamiento y menos si nos encontrábamos en periodo de invierno, porque si me lo preguntan, no querría volver a tener esa experiencia de allí en adelante.

Por ello es importante siempre tener cuidado en cada actividad que realicemos, porque no sabemos en qué momento el destino y la vida nos jueguen una mala pasada, dándonos así una vuelta completa y sin quererlo que tenga consecuencias irreversibles. 


  

Comentarios

Entradas populares